4/12/2009

Alfa Romeo en la F1


El nombre Alfa Romeo está indisolublemente unido a la disputa de las primeras ediciones del campeonato mundial de Fórmula 1. La primera prueba del recién nacido mundial se disputó el 13 de mayo de 1950 en el circuito inglés de Silverstone. Los cuatro Alfa Romeo de Farina, Fagioli, Fangio y Parnell monopolizaron la primera fila de la parrilla y la competición acabó con la victoria de Nino Farina que, al final de la temporada, se proclamó campeón del mundo. El mérito de estos éxitos se debe tanto a la calidad de los pilotos como, y sobre todo, al bólido 158, uno de los mejores monoplazas de los grandes premios de todos los tiempos.

Su diseño, realizado por Gioacchino Colombo, se remonta a 1938, pero cuando, en 1947, se retomó la actividad competitiva, todavía era un bólido muy válido que fue posteriormente desarrollado con vistas a la disputa del primer mundial de Fórmula 1. El modelo presentado aquel año por Alfa Romeo e impulsado por un motor de ocho cilindros en línea daba 1500 cc, sobrealimentado con un compresor Rotos de dos fases que desarrollaba 425 CV a 9300 rpm. Una potencia considerable que, combinada con una gran maniobrabilidad, daba al monoplaza una indiscutible superioridad.

Sin embargo, poco satisfechos con los resultados obtenidos, los técnicos de Alfa Romeo desarrollaron posteriormente el modelo de cara a la temporada 1951. La adopción del puente posterior De Dion, las modificaciones en los frenos y suspensiones y el aumento de la potencia hasta 450 CV, permitieron que Juan Manuel Fangio repitiera el título de Farina. Después de haber demostrado a todo el mundo la capacidad de sus vehículos, al término de la temporada 1951 llegó también el anuncio de la retirada de los Alfa Romeo de las competiciones.

Para volver a ver a la conocida marca de Arese en la Fórmula 1 habría que esperar hasta inicios de los años setenta, cuando algunos ocho cilindros de tres litros fueron montados sobre chasis McLaren y March.

Se trató, sin embargo, de una presencia ocasional, destinada a agotarse bien pronto. Mucho más importante fue la relación de colaboración establecida con la Brabham a mitad de los años setenta. En 12 cilindros bóxer, diseñado por el ingeniero Carlo Chiti, y el siguiente V12 de tres litros, equiparon a los monoplazas ingleses desde 1976 hasta 1979, obteniendo dos éxitos consecutivos. Demasiado poco para una gran marca automovilística que, en 1979, puso fin a su colaboración con el equipo de Bernie Ecclestone y organizó el suyo propio. El primer Alfa Romeo creado para los grandes premios de la época moderna, llamado 177 e impulsado por un viejo motor de 12 cilindros bóxer de tres litros, debutó en Bélgica en el circuito de Zolder.

Ya en Monza, Alfa Romeo, con ocasión del gran premio de Italia, se presentó con la nueva versión, denominada 179, dotada de efecto suelo. Un excelente monoplaza que, durante 1980, rozó en más de una ocasión la victoria. Sin embargo, la primera temporada efectiva de la serpiente en Fórmula 1 se vio turbada por la muerte de Patrick Depailler, piloto muy rápido y probador escrupuloso, que perdió la vida durante una sesión de entrenamientos privados, en el circuito alemán de Hockenheim.

En su lugar, en 1981, Alfa Romeo contrató al experto Mario Andretti, pero un chasis obsoleto, algunas averías de más y, sobre todo, la abolición de los minifaldones móviles, penalizaron de manera excesiva a los Alfa Romeo, cuya sofisticada aerodinámica había sido estudiada precisamente en función de esos alerones móviles. En esta situación, y para corregir la suerte de la escudería, los directivos el equipo contrataron al técnico francés Gerard Ducarouge que utilizó un monoplaza absolutamente innovador: el 182, que para muchos era demasiado parecido al McLaren MP4/1 de John Bardard.

Este monoplaza fue montado sobre un chasis de fibra, pero utilizaba todavía el V12 aspirado, a la espera del ocho cilindros turbo diseñado por el ingeniero Chiti. En Long Beach, Andre De Cesaris, obtuvo la pole position y comandó la carrera durante varias vueltas, antes de ser obligado a retirarse tras una salida de pista. Lo mismo le ocurriría durante toda la temporada: óptimas prestaciones en carrera y continuas retiradas. Desilusionado, pero decidido a no abandonar la Fórmula 1, a fin de año el presidente de Alfa Romeo, Ettore Massacesi, confió la gestión del monoplaza al Euroracing de Pavanello. Un movimiento arriesgado que aceleró la definitiva retirada de la firma de la serpiente. Si se exceptúan algunos buenos resultados durante 1983, los dos años siguientes estuvieron llenos de retiradas y la pareja Patresse-Cheever se vio obligada a jugar un papel de segundo orden, por detrás de McLaren, Ferrari, Lotus, Brabham y Williams. Un papel inaceptable para la marca Alfa Romeo que, a finales de 1985, se retiró definitivamente del mundo de los grandes premios y de la Fórmula 1, dirigiendo su atención a las categorías reservadas a los vehículos turismo.



Agradecimientos a: Formula 1 Top Team

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